domingo, 26 de junio de 2011

La trilogía del tiqui-taca


Será duradera esta roja felicidad en la que vivimos. España tiene pan para hoy y pan para mañana. Llega lanzada una generación que capitalizará a la selección campeona del mundo cuando lo reclame el ciclo natural. Y visto el campeonato que concluyó ayer, será difícil que se pierda por el camino. Eso da para una celebración tan solemne como la que corresponde al título conquistado en Dinamarca, que completa la trilogía del tiqui-taca.

La España de Milla presumió de estilo, terreno conquistado que nos ha hecho reconocibles y dignos de admiración en el mundo. Pero es que además el nuestro tiene bajísima siniestralidad. Jugando bien se gana casi siempre. Esta Eurocopa menor también representa el éxito del fútbol de un país. Ofrecer esta precisión exige jugadores muy pulidos técnicamente y bien instruidos. Para ello se precisan años de trabajo y convencimiento en los entrenadores. También falta de prejuicios con los futbolistas talentosos pero pequeños. Lo difícil era encontrar el patrón, porque las buenas camadas dan torneos, pero son los modelos los que marcan épocas.

España también fue mejor que Suiza, selección bien horneada, con jugadores de aquí y de allá, muy sincronizada en el juego sin balón. Presionó y se replegó con sentido y solidaridad. Hubo ratos en que quiso la pelota, aunque acabara dando por perdida esa batalla. Lo hubiera hecho cualquiera. Hay muchas horas de trabajo en el fútbol de la selección de Tami. Y un jugador que está cerca de los nuestros, Shaqiri, aprendiz del gran Hagi.

Javi Martínez. Con ese rigor táctico, los suizos prepararon un partido hermético y disimularon bien durante un tiempo su inferioridad. A España le costó burlar ese perímetro de seguridad. Los suizos cerraron las bandas a Muniain y Mata. También las diagonales. Sus laterales estaban preparados para detener futbolistas a pie cambiado. También les costó mucho a Thiago y Ander Herrera dar con el último pase. A Adrián no llegó casi nada en la primera mitad, aunque a los dos minutos se encontró con un regalo de Javi Martínez y lo cruzó en exceso. No ha habido jugador tan maduro en el campeonato como el mediocentro del Athletic. Es el alemán con cuatro pulmones que nunca nos nacía a nosotros, un guiño de la genética entre tanto genio menudo.

Tras aquella ocasión perdida apenas pasó nada. Un pelotazo sin colocación de Shaqiri que sacó De Gea, un tiro ajustadísimo de Thiago y, de repente, el gol. Un cambio de juego descolocó a los suizos y Dídac Vila puso una rosca de azúcar que Ander Herrera, en llegada sorpresa, cabeceó a la red.

Quedó, entonces, un partido sin corsé, noticia atroz para los suizos. Con espacios, España fue madurando su obra. Llegaron Muniain y Herrera, incluso Botía, con un cabezazo limpio que no cogió puerta. También asustó, en parecida estampa, el central Klose. Y finalmente, el ingenio de Thiago puso el adorno en la Copa. Amagó con el centro en una falta lejanísima y apuntilló a Sommer, que había llegado imbatido a la final, con una vaselina impensable. Magia antes de que cayera gloriosamente el telón. "El fútbol me hace feliz", suele decir el canterano del Barça. Y a nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario