jueves, 16 de junio de 2011

Elche le pone velas a Jaime


Se llama Jaime Jiménez Merlo, tiene 30 años y una historia que contar. Después de criarse en las canteras de Mallorca y Valencia, en 2005 lo incorporó el Ciudad de Murcia. El propietario de ese club era... Quique Pina, hoy presidente del Granada. Después de Murcia, Jaime también se fue con Pina al Granada 74. La paradoja es tan enorme que este porterazo que ayer hizo feliz a Elche y que hoy juega porque su club vendió a Willy Caballero a Málaga en diciembre puede robarle el ascenso y el sueño de 35 años a Granada. Jaime le paró dos penaltis a Abel Gómez en el minuto 95. Abel, que había jugado un partidazo (un pase de vice-gol a Geijo y volea al larguero) se plantó delante de los once metros en esos momentos en los que Iniesta contó después del Mundial que se escucha el silencio. Abel estaba ahí porque Dani Benítez había fallado dos penaltis contra el Celta y Geijo, que jugó infiltrado y con el hombro derecho destrozado, no podía ni andar después de caer en la jugada decisiva por empujón y zancadilla de Fernandes. Abel disparó a la derecha y paró Jaime. Pino Zamorano, árbitro que sabrá de reglamento pero no de sentimientos, sancionó una invasión en el área en la que no cayó ni el más radical del Granada. Y otra vez fue Abel, futbolista criado en las canteras de Sevilla y Málaga. Un buen chico que sintió el miedo, cambió el penalti de lado y encontró otra vez a Jaime, ese hombre. El cuarto penalti que falla el Granada en estas eliminatorias de ascenso dejó todo en el alambre pero un vencedor moral, el ordenado Elche que sudó sangre para salvar el empate y que ya se agarra a su fe y al infierno del mágico Altabix.

Granada y Elche ya saben que el cielo y el suelo, la gloria y el drama, viven a milímetros. Y a décimas. En la vida y en el fútbol. Cuatro días borran 57 años, pero esto se va a llevar muchos corazones.

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