Primero, la noticia y el protagonista. El Sevilla terminó quinto la Liga y no tendrá que jugar la incómoda previa de julio de la Europa League. A cumplir el objetivo mínimo le ayudaron los dos goles de bandera de Negredo, delantero que volverá a la lista de la Selección en días si Del Bosque atiende a la meritocracia. Ha sido el mejor goleador español de la temporada (20) y parece un bisonte. Incontenible. Luego, las emociones. Kanouté apareció en el hotel de concentración del Sevilla ayer por la mañana, Venía de enterrar a su padre en Lyon. Manzano ni siquiera le había convocado para el partido respetando el luto pero el malí quiso jugar. Los foros se dispararon porque lo del sevillismo es devoción con él. Y cuando al filo del descanso Kanouté hizo el 0-2, rompió a llorar. Recuerdos. Su gol 128 en competiciones oficiales terminó de cerrar la clasificación europea del Sevilla, el mínimo que se le exige a un equipo que prepara un proyecto para más. A Cornellà le dio igual. Sólo quería despedir a De la Peña, delineante de pases imposibles. Cómo será eso de pensar antes que el resto.
Y ahora, el partido. Después de haber estado escondidos en un rincón toda la temporada, el Sevilla jugó con dos bandas frescas, de chicos con hambre. Alfaro fabricó la jugada del primer gol y Luis Alberto la del 0-2. Aunque realmente el 0-1 se lo inventó Negredo, que metió una rosca excepcional con su pierna derecha nada más empezar. El 0-2 definió a Luis Alberto como jugador de asociación e imaginativo. Una bonita pared de Romaric y una asistencia de seda a Kanouté. Luis Alberto es un jugador fino. Sus posibilidades de éxito dependen de su capacidad para adaptarse al fútbol de élite.
El 0-2 fue un premio para la agresividad del Sevilla, que se jugaba más que el Espanyol en un día de fiesta y consultas populares. Pitos para Callejón, idolatría para De la Peña. Y un equipo con un entrenador serio que ha cuajado una temporada excelente y ha sobrevivido a pesar de las marchas de Didac y Víctor Ruiz. Eso y la lesión de Osvaldo, un perico más que seguramente volará pronto. Es una pesadilla para las defensas. Osvaldo, por el que bebe los vientos el Sevilla pero que ya se vende demasiado caro, animó el partido con su gol y volvió a darle vida con una asistencia a Verdú (2-3). El sevillista más pesimista pensó en Pamplona, pero la diferencia en el fútbol es la necesidad. Y el Espanyol por entonces ya sólo quería despedir como un grande a De la Peña, abrazado como un padre por Pochettino. El Espanyol lo va a echar de menos.
El Sevilla fue profesional. Ganó y fue quinto. El Sevilla siempre cumple. Y aprobó Manzano, que se va con la sensación de que le ha faltado muleta. La puerta grande en el Pizjuán se vende cara.
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