domingo, 22 de mayo de 2011

Cuestión de puntería


Sólo el Athletic necesitaba sumar para alcanzar un objetivo concreto y pudo salirse con la suya. Se cumplió la lógica desde ese punto de vista, toda vez que al Racing nada le iba en la contienda, aparte de la honrilla y su tradicional querencia por imponerse al vecino. No en todos los escenarios se cumplió este guión, pero sí en El Sardinero y la clave hay que buscarla en la pegada, faceta donde los rojiblancos se mostraron más efectivos que su rival, como en tantas tardes en esta campaña.

De entrada el Racing le complicó la vida con varios sustos, pero el Athletic compensó sobradamente la mejor puesta en escena del Racing gracias a su formidable puntería, sin olvidar la aportación de un Iraizoz providencial. Quizás en la balanza pesase asimismo el infortunio que acompaña a Rosenberg todo el año, plasmado en dos mano a mano que pudo desviar el portero.

Ambas ocasiones del sueco siguieron al minuto mágico del Athletic, cuyos dos primeros intentos terminaron en la red de Toño. David López, de impecable golpe franco por encima de la barrera, y Llorente en carrera, tras arrancar en posición discutible, dejaron helado El Sardinero, que se las prometía muy felices asistiendo al dinámico juego de los suyos.

Sin presión, con criterio en la salida de la pelota y movilidad arriba, el anfitrión generó bien pronto angustia en el cuerpo al Athletic. Giovani malgastó un primer remate de gol, solo en el área, y luego, desde su propio terreno, Henrique a punto estuvo de sorprender a Iraizoz, que tuvo que recular de urgencia para evitar el gol de la jornada.

El Athletic volvió a mostrar su perfil más pragmático para cerrar el curso, sin apenas sumar fútbol alcanzó el descanso con una cómoda ventaja, que cerca estuvo Muniain de ampliar en la otra acción reseñable que anotaron los de Caparrós en el primer período.

Susto final. El Racing acusó el castigo, no perdió la iniciativa, perseveró a la vuelta del intermedio, pero su chispa fue difuminándose mientras enfrente no se limitaron a tomárselo con filosofía. Tras un cuarto de hora anodino, de quiero y no puedo local, Llorente y David López, exigieron a fondo a Toño, que desvió hasta tres remates francos.

La suerte parecía echada cuando Francis se cargó con una segunda amarilla. El Athletic aprovechó entonces para mover el balón con cierta diligencia y los minutos se consumían sin remisión, sin acciones de relieve hasta que una pérdida dio la opción a Kennedy de exhibir su toque. Inesperadamente el agobio planeó sobre Caparrós y los suyos, pero no fue a más, aunque Torrejón tuvo el empate a la salida de un córner. El Athletic pudo celebrar con regocijo el éxito que perseguía desde el verano.

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