Siete jornadas de fútbol se han convertido en la auténtica semana de pasión del Málaga. Cada vez restan menos descansos en ese camino al Gólgota donde se expían culpas y se dan segundas oportunidades. Pellegrini y los suyos han echado cuentas. Necesitan 12 puntos para quedarse en Primera. El Mallorca, con tres, lo tiene hecho y viaja a La Rosaleda para zanjar el debate de su permanencia.
El ambiente en Málaga será festivo. Se anuncian para el domingo las primeras chicotás en la Alameda. También porque el estadio cumple 70 años y el saque de honor lo hará la misma persona que en 1941: Lourdes Alonso, hija del alcalde de entonces.
Julio Baptista es la gran novedad del equipo malaguista. El brasileño vuelve a la convocatoria después de superar una lesión de menisco que lo tiene sin jugar desde febrero. También regresan Apoño y Demichelis.
La plantilla está preparada para el reto que espera. Lo cree Pellegrini. "No veo al equipo temeroso ni sin conciencia de los que nos estamos jugando", comentó en la previa. En el horizonte de las fechas finales aguardan, por ejemplo, las salidas al Calderón, a San Mamés y la despedida del curso frente al Barcelona. Los cálculos pasan por ganar cuatro de siete.
El mismo compromiso irradia el Mallorca horas antes. Con un triunfo alcanzarían la salvación. El mensaje resulta modesto para un noveno clasificado, pero deja constancia de que en la isla conocen de su propia irregularidad como equipo. Fuera de casa apenas ha ganado tres veces en toda la temporada.
La Rosaleda no será plaza fácil, adelantó Laudrup. El técnico danés tiene en cuenta el perfil psicológico del duelo: "La necesidad puede ser un arma de doble filo, puede servir de motivación pero si no se convierte en goles puede ser ansiedad".
De Guzmán no ha podido entrenar en la última semana por unas molestias en una rodilla y no viajará. Tampoco Pereira ni Pina ni Corrales. Sí lo hará Webó, su mejor goleador.
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