Cesc Fàbregas no volverá a vestir más la camiseta del Arsenal. Llevaba tiempo convencido de ello y ha comenzado a ejecutar un plan bien llevado hasta el momento. Cansado de ver e intuir la mala gestión de su traspaso por parte del que ha sido uno de sus grandes mentores, Arsène Wenger, el futbolista catalán se lo ha comentado ya a sus compañeros de vestuario, con los que aún no ha compartido ninguna de las tres sesiones en London Colney. Lo aseguró ayer The Sun, un diario muchas veces sensacionalista, cierto, pero del que el futbolista ha sido colaborador (escribiendo columnas de opinión) en varias ocasiones y que tiene hilo directo con el internacional.
El jugador se siente hastiado, agotado de una interminable batalla de tres años que quiere que finalice ya. Cuenta con el importantísimo aval de Guardiola para regresar a casa, la que abandonó en 2003 siendo cadete. Pero considera que su futuro en el Arsenal no debe pasar más allá del 31 de agosto, día en el que acaba el plazo de fichajes. Evidentemente, Cesc tiene intacta la esperanza, aunque dará una vuelta de tuerca más y no viajará con los gunners a Asia.
Felicidad.
Es la que han mostrado ya algunos futbolistas del Arsenal ante esta posible operación, sabedores de que si el catalán acaba emigrando al Camp Nou, su protagonismo será mucho más grande en el juego del equipo. Es el caso de Abou Diaby, que afirmó que "si Fàbregas se va, se va. Puede ser cierto, ya que muchos jugadores comenzamos a despuntar y a expresarnos como mejor sabemos cuando alguien se va del equipo". Casi nada.
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